VIRGEN DE LA ANTIGUA

FICHA TÉCNICA

Virgen de la Antigua.
España, segunda mitad del siglo XVIII.
Óleo y hoja de oro sobre tela.
122 x 98 cms. Fundación E. Arocena.
Sala Oratorio de la Casa Histórica Arocena.

FICHA COMENTADA

En muchas ocasiones los museos de arte, motivados por razones académicas, han producido un  ambiente que dista mucho del lugar y la función original para los que fueron creados algunos de los objetos religiosos que hoy se exhiben en ellos.

El Oratorio de la Casa Histórica Arocena nos permite evocar el uso que las imágenes religiosas han tenido a lo largo de la historia y en particular la Virgen de la Antigua que que hoy cuelga en este espacio nos recuerda que tratamos con imágenes que poseían un estatus más allá de lo material, verdaderos objetos taumatúrgicos que canalizaban experiencias espirituales, acompañaban a los viajeros en sus travesías y protegían pueblos enteros contra las calamidades de un mundo en constante cambio.

Esta Virgen hodegetria pertenece a la tradición iconográfica de la Virgen de la Antigua, debido a los siguientes atributos que nos permiten identificarla: la rosa que sostiene en la mano derecha mientras el Niño sujeta en la suya a un pajarillo – un jilguero-, y los dos ángeles que coronan su cabeza. La llamada Virgen de Sevilla representa una de las devociones más antiguas que vincularon el continente europeo y el americano durante los siglos de colonización española.  A su vez que nos remonta a otra conquista, previa a la del Nuevo Mundo: el avance militar y religioso de España en el siglo XIII frente al mundo musulmán que se encontraba al  sur de los reinos ibéricos.

Numerosas fuentes han contribuido a la construcción de la leyenda que circunda la imagen de la Virgen de la Antigua. Desde los inicios de la Edad Media se dice que la imagen se encontraba en Sevilla, pintada en “un pilar de ladrillo de albanería”[1] en el templo principal de la pequeña localidad. La conquista de Sevilla por el Imperio Almohade, y su posterior crecimiento y nombramiento como capital de Al-Andalus, habrían presupuesto la destrucción de la imagen cristiana en un entorno musulmán. Sin embargo, según cuenta la leyenda, presente todavía en el siglo XVIII en los escritos del jesuita Juan de Villafañe, al momento de intentar destruir la pintura:

la vieron echar tales rayos de luz desde el Pilar de la Iglesia en que estaba, que los atemorizó a todos […] siendo esta la causa de conservarse en medio de la superstición Mahometana durante todo el tiempo que tan noble Ciudad gimió bajo el tirano yugo de los Africanos, hasta que el glorioso rey de las Españas, San Fernando, tercero de este nombre, la libertó de su bárbaro dominio.[2]

Si bien el milagro ocurrido frente al pueblo árabe impidió que la imagen fuera destruida, no disuadió a los almohades de cubrirla con un paredón en lo que se erigía como una de las mezquitas más grandes del mundo musulmán. La imagen no volvería a ver la luz sino hasta que Fernando III de Castilla, también llamado El Santo, reconquistó la ciudad de Sevilla en 1248 gracias la intercesión de la Virgen de la AntiguaEl jesuita Villafañe continúa su relato comentando que al momento en que el rey tomó la ciudad, vio como la imagen de la Antigua aparecía transparente frente a sus ojos:

(…) y como el romperse el velo del Templo en la muerte del Redentor del mundo, fue evidente señal de que luego se acabaría la impía sinagoga y le sucedería el reino de Cristo, así el romperse y caerse la pared ante la Santa Imagen de la Antigua, fue también señar cierta de que en Sevilla se acabaría la bárbara morisma, y sucedería el imperio de los Reyes Católicos, para gran bien suyo y de toda España. [3]

La historiografía del arte nos permite saber que la imagen que hoy se encuentra en la Catedral de Sevilla no se trata de una imagen del siglo XIII, ni mucho menos data de la época previa a la conquista musulmana del siglo VIII. La pintura de la Antiguaha sido datada como una imagen perteneciente al fin del siglo XIV, con una notable influencia del estilo sienés que imperaba en ciertas corrientes de la época. Los numerosos repintes que ha sufrido durante los siglos posteriores han contribuido también a una constante actualización de la imagen en  diferentes estilos artísticos. Sin embargo, la leyenda de la Antigua ha acompañado a esta imagen, y, dada la notable intervención y milagros de la imagen en la conquista de Sevilla, no es de extrañar que fuera utilizada en numerosas ocasiones durante la colonización del continente americano, llegando incluso a ocupar un lugar privilegiado en la Catedral de México, en donde se le dedicó una capilla construida entre 1653 y 1660.

Sin embargo, y aunque la iconografía es idéntica, hay una notable diferencia estilística entre la Virgen retratada en la Catedral de Sevilla, su contraparte mexicana y la perteneciente a la Colección Arocena. Podemos decir que las imágenes, aún cuando pretenden ser idénticas a un original, poseen una vida propia, y los modelos a los que pertencen, así como la historia y leyendas que les preceden, se ajustan y actualizan a una sociedad determinada con un gusto propio, pues necesariamente cumplen una función específica que será diferente en cada momento histórico en que son producidas.

Es así que la imagen de la Colección Arocena se aleja de la representación tradicional de la Virgen Sevillana y aparecen nuevos elementos que se ajustan al periodo histórico y el lugar en donde fuera realizada, posiblemente a finales del siglo XVIII en el sur de España. En esta región se produjeron algunos modelos similarescomo la Virgen de la Antigua, ubicada en el Palacio de la Condesa de Lebrija en Sevilla, en la que podemos distinguir similitudes que permiten ver el paso del barroco por ambas imágenes. Incorporación de elementos decorativos en las vestiduras de la Virgen, procedentes  posiblemente de los motivos arquitectónicos presentes en las últimas décadas del barroco español; el burilado del fondo dorado de la imagen original se ha transformado en un patrón floral y rítmico de mayor tamaño que permite separar el fondo de la figura principal, contrastante al haber incorporado en mayor cantidad el color azul del manto celestial de la Virgen. La factura de los rostros tanto de la Virgen, el niño y los ángeles es de un naturalismo mayor que en la obra original,  realizada con las cualidades esquemáticas del arte sienés del siglo XIV.

Otra de las grandes diferencias del lienzo de la Colección Arocena es el recorte que se hace de laAntigua original. A pesar de no tratar la imagen de cuerpo entero, las cualidades armónicas de la composición pictórica nos permiten presuponer que la imagen fue concebida de esta manera por el artista. El formato de la pintura y la composición truncada pueden ser también testimonio de uno de los grandes cambios del siglo XVIII: el paso de una sociedad que vive su religiosidad principalmente en el ámbito público a una donde la adoración privada va tomando cada vez más fuerza, en forma de pequeños altares domésticos.

El ambiente recreado en el Oratorio de la Casa Histórica Arocena, y la Virgen de la Antigua que ahí  se encuentra,  son testimonio de tradición y cambio, transformación y permanencia de modelos iconográficos y formas de representación que han acompañado a  la sociedad por muchos siglos.


 

BIBLIOGRAFÍA

ACOSTA LUNA, Olga Isabel. A su imagen y semejanza. Un retrato de la Virgen de la Antigua en Bogotá en Quiroga. No. 3, Enero – Junio, 2013. Pp. 12-24.

LÓPEZ GUZMÁN, Rafael. La proyección del barroco andaluz en México en Andalucía en América. Estudios artísticos y culturales. Universidad de Granada, 2010.

SUÁREZ MOLINA, María Teresa. La pintura andaluza barroca en las colecciones mexicanas en Andalucía en América. Cultura Artística. Universidad de Granada, 2009.

TOUSSAINT, Manuel. Pintura colonial en MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de México, 1965.

VENCES VIDAL, Magdalena. El esplendor de la Capilla de Nuestra Señora de la Antigua de la Catedral de México (1648 – 1819) en Andalucía en América. Arte y Patrimonio.Universidad de Granada, 2012.

*Imagen: Nuestra señora de la Antigua.Sevilla, España, segunda mitad del siglo XIV. Temple y hoja de oro sobre madera. Catedral de Sevilla.

[1]VALDIVIESO Enrique. Historia de la pintura sevillana, siglos XIII al XXSevilla, Guadalquivir ediciones, 1986.

[2]VILLAFAÑE, Juan de. Compendio histórico en que se da noticia de las milagrosas y devotas imágenes de la reina de los cielos, y tierra, María Santísima, que se veneran en los más célebres santuarios de España. Segunda impresión, aumentada por su autor. Madrid, 1740. P. 43. Cit. en ACOSTA LUNA, Olga Isabel. A su imagen y semejanza. Un retrato de la Virgen de la Antigua en Bogotá en Quiroga. No. 3, Enero – Junio, 2013. P. 16.

[3]Ídem.