SECRETER INGLÉS CON INFLUENCIA ORIENTAL

FICHA TÉCNICA

Secreter.
Segunda mitad del siglo XIX.
Madera laqueada en negro y dorado.
91 x 79.5 x 39.5 cm. (cerrado). 91 x 79.5 x 62 cm. (abierto).
Fundación E. Arocena. Inventario 1574.
Sala Gabinete de la Casa Histórica Arocena.

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FICHA COMENTADA

Hacia 1730 el diseño interior francés adquirió complejidad tanto en lo funcional como en lo decorativo. Hicieron su aparición nuevos tipos de mobiliario relacionados a nuevas formas de convivencia que centraron las prácticas sociales en el núcleo familiar y la vida privada.

Esta intimidad recientemente encontrada favoreció el surgimiento de una gran variedad de pequeñas mesas para el uso individual como delicadas piezas de lujo, ornamentación y funcionalidad destinadas a usos muy específicos.

Bufetillos, tocadores, mesas de juego y de noche, consolas y una amplia variedad de escritorios o bureaus, como es el caso de este distinguido secrétaire, ocuparon las residencias de la nobleza en el siglo XVIII para poco a poco abrirse paso a los hogares burgueses en la segunda mitad del XIX.

Por la elegancia de sus líneas, gracioso equilibrio y decoración oriental, este secreter estuvo destinado a ocupar un sitio protagónico en la habitación femenina. Decorado en imitación de laca japonesa en negro y dorado con incrustaciones de madreperla, muestra exóticos paisajes con sauces, pagodas, puentes, lagos y pescadores. Es un mueble dedicado a la escritura y lectura en la intimidad, una preciada arca de secretos que en sus pequeños cajones y compartimentos resguardó las palabras que a su discreción confiaron sus anteriores dueños.

La tapa frontal recta e inclinada –en pente- se abre como superficie para la escritura. El cuerpo formado por dos cajones y una repisa con ocho compartimentos desplanta de unas delicadas patas curvadas o cabriolé de herencia Rococó, un estilo asociado al reino de Luis XV (1715 – 1774). En su aparente sencillez, es un mueble muy elaborado donde confluyen el diseño francés e inglés, así como las influencias de China y Japón; distintos estilos que provienen del siglo XVIII pero que se prolongan hasta el XIX.

La porcelana, textiles y lacas chinas y japonesas inspiraron las artes decorativas europeas en tal medida que surgió el término chinoiserie -de la palabra francesa “chinois” para chino. Este estilo decorativo fue popularizado originalmente hacia 1730 en Francia y alcanzó su máxima popularidad entre las clases altas de ese país y de Inglaterra entre los años de 1750 a 1765. Posteriormente reapareció durante la Regencia y continuó su camino hacia otros sectores de la sociedad en siglos posteriores.

El chinoiserie estuvo cercanamente relacionado al estilo Rococó. La asimetría, las rocallas y elementos fantásticos presentes en ambos se usaron frecuentemente en una misma decoración, ornamentando así salones completos donde se combinaban obras importadas de oriente y manufacturadas localmente. Estas descripciones de lo asiático imaginadas por los artistas europeos, usualmente tenían muy poco que ver con la realidad de aquéllos países. A pesar de ello, las escenas de chinoiserie, materializaban el misticismo y atractivo que el lejano oriente ejerció más allá de sus fronteras como una tierra exótica y deseada.

El siglo XIX fue marcado por una serie de resurgimientos de estilos del pasado, desde el clasicismo de Grecia y Roma, al Renacimiento, el Rococó tardío y el Neoclásico. Algunos de estos revivals fueron promovidos por el recién adquirido interés de la anticuaria o el coleccionismo. Este rencontrado historicismo tomó fuerza particularmente en las artes decorativas, y era visto como una manera de escapar al pasado desde la agobiante modernidad industrializada. Mientras que otros estilos históricos más antiguos eran reinterpretados durante el siglo XIX, el gusto por el siglo XVIII francés, el Rococó y la chinoiserie nunca abandonó del todo las artes decorativas. Más aún, después de la Revolución Francesa, el mobiliario de palacios y residencias fue muy admirado y coleccionado en el resto del mundo.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, nuevos métodos e innovaciones en la manufactura de mobiliario ayudaron a popularizar nuevamente el Rococó, que encontró un nuevo espacio en los hogares de la clase media. La modernidad aseguró de esta manera que cualquier estilo antes reservado a los espacios palaciegos, ahora podía ser adquirido por consumidores de distintos niveles sociales. En el siglo XIX, el chinoiserie había alcanzado un mercado más popular. La expansión de la diplomacia y el comercio británicos hacia China entre 1850 y 1860 reavivaron también el interés por las artes aplicadas de de oriente en el Reino Unido. La Exhibición Internacional de Londres de 1862 y la de París de 1867, llevaron las artes japonesas y chinas a un público mucho más amplio.

Este secreter evoca la visión de oriente que imaginaron los artesanos del siglo XVIII para la decoración de los salones de las clases altas en Francia e Inglaterra. Con los años, volvería como una reinterpretación destinada a fungir como una pieza de mobiliario burgués para las familias acomodadas de la segunda mitad del siglo XIX.