Introducción
Instalada en el gusto popular desde los años treinta del siglo pasado, la lucha libre ha sido para los mexicanos algo más que una afición deportiva. Los modernos representantes de un oficio en que resuenan las antiguas batallas de gladiadores romanos y guerreros aztecas, contando con la inapreciable colaboración de públicos que no se resignaron a la condición de espectadores, convirtieron las arenas de lucha libre en escenarios de una teatralidad compleja y desaforada.
Corporales y simbólicos, carnavalescos, sangrientos, catárticos, los combates entre luchadores técnicos, rudos o excéntricos devinieron fuentes inagotables de una imaginería que ha trascendido los límites del ring. De la televisión al cómic, de la gráfica callejera a la animación virtual, del reportaje periodístico a la ficción cinematográfica, no ha habido medio de expresión visual, adscrito a las bellas artes o a la cultura popular mexicanas del siglo XX, que no haya rendido tributo a la mitología luchística.
La presencia corpórea de los luchadores, a la vez notables atletas y grandes cultores del performance, ha tenido en las imágenes gráficas, fotográficas, fílmicas y videográficas, su correlato legendario. Al tiempo que se desarrolló como género de entretenimiento masivo, la lucha libre mexicana consiguió postular una estética bizarra y refinada. En las máscaras, diseños y caracterizaciones de los combatientes se combinan y recrean las más disímbolas tradiciones iconográficas. La historia del mundo, sus más sobados arquetipos y estereotipos, todas las encarnaciones posibles del bien y el mal, han pasado por los cuadriláteros mexicanos.
La presente exposición, conformada con imágenes procedentes de las Colecciones Fotográficas de Fundación Televisa, es un recorrido documental y artístico por los ámbitos reales e imaginarios del reino de la lucha libre mexicana. Las imágenes, producidas como encargo periodístico, estudio retratístico, proyecto documental y/o artístico, cubren un periodo de casi siete décadas. Autores de tres generaciones, un acervo de documentación fílmica y los archivos de dos revistas especializadas, nutren este misceláneo corpus fotográfico, no menos variado que el universo al que hace referencia. Este proyecto museográfico, desarrollado bajo los auspicios de la Dirección de Artes Visuales de Fundación Televisa, es apenas un atisbo a la riqueza iconográfica del espectáculo multidisciplinario que bien puede considerarse uno de los extremos del sincretismo mexicano.