Comedor
FICHA TÉCNICA
Comedor de seis plazas y sillas complementarias. España, posiblemente siglo XVII (mesa) y finales siglo XIX (sillas). Madera de nogal, hierro de forja, cuero y tachuelas de latón. Mesa (Inv. 1623), medidas: 76 x 250 x 98 cm.; sillas (Inv. 1624, 1625, 1626, 1627, 1628, 1630, 1631), medidas: 102 x 46 x 46 cm.; sillones (Inv. 1629, 1635), medidas: 99 x 62 x 55 cm. Fundación E. Arocena. Comedor de la Casa Histórica Arocena.
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FICHA COMENTADA
Difícilmente podemos encontrar algo más cotidiano que la alimentación. Esta necesidad, básica para la subsistencia, es también un proceso de alta complejidad cultural que involucra diversas prácticas y objetos dentro de una determinada organización, tiempo y espacio muy específicos. La obtención de alimentos, su selección y preparación, el servicio de los mismos y finalmente, su consumo, son todas etapas relacionadas a la satisfacción de la necesidad alimenticia. A su alrededor, se entretejen factores económicos, sociales y culturales que han sido materia de preocupación constante en cualquier hogar a lo largo de la historia.
Siendo el consumo de alimentos una actividad que tiene lugar prácticamente todos los días, podría llamarnos la atención que las estancias plenamente diferenciadas y dedicadas exclusivamente a este fin no hicieran su aparición en las viviendas europeas sino hasta el siglo XVIII. Anteriormente, las comidas se servían habitualmente sobre mesas pequeñas desmontables o plegables colocadas en las habitaciones particulares. Posiblemente de ahí provenga el dicho de “poner la mesa”.
También era habitual antes del XVIII utilizar la cocina para desayunar y tomar el almuerzo al mediodía. En las familias acomodadas, los sirvientes llevaban a sus amos antes de medianoche algún platillo para comer en la cama, sobre una mesilla diseñada para ese fin. Lo que es un hecho, es que las casas de la península ibérica durante el Siglo de Oro no contaban con una habitación destinada a fungir como un comedor de uso diario. No obstante, en las ocasiones especiales, se habilitaba en la sala principal de la casa una mesa de mayor tamaño que se sacaba de la cocina o de la zona de servicio.
El servicio de la mesa normalmente era de loza -sólo las vajillas de las élites podían ser de plata-, y se resguardaba en la alacena, en tanto que los cubiertos, en el cucharero. La cuchara era entonces el instrumento de uso básico en la mesa, ya que el tenedor y el cuchillo no se empleaban todavía de manera generalizada por lo que se acostumbraba a comer principalmente con los dedos. La mesa se cubría con un mantel, el agua y el vino se servían en búcaros de arcilla y la fruta se colocaba en canastillos de mimbre. Todas las habitaciones se iluminaban con candiles o velas colocadas sobre candelabros.
Las mesas de mayor tamaño para ocasiones especiales eran muy semejantes a la que actualmente encontramos como parte del comedor de la Casa Histórica Arocena y que acusa todas las características castellanas predominantes en el mobiliario de los siglos XVI y XVII, caracterizado por sus líneas severas y volúmenes robustos. Los constructores de estos muebles no alcanzaron la unidad corporativa hasta el siglo XVII cuando tuvo lugar la formación del gremio de ebanistas, que se mantuvo ligado al gremio de carpinteros “de tienda”. Éstos, desde las ordenanzas de 1527, se habían dedicado a surtir de mobiliario a los hogares peninsulares.
En el Siglo de Oro español se divulgó en gran medida este modelo elemental de mesa, compuesto de tablones colocados sobre dos caballetes o peinazos moldurados y una pieza de hierro de forja llamado fiador curveado en “S”, atornillado a las chambranas y a la tapa para mayor estabilidad y solidez. Como estructura es sumamente básica, hay ausencia total de faldón decorativo y de cajones. Esta tipología, robusta en su construcción y sencilla en sus formas, no carece de elegancia o practicidad a pesar del considerable peso visual de sus componentes. Prueba de esto es su perdurabilidad como modelo a lo largo del tiempo y su plena identificación como parte del repertorio en el mobiliario español.
Alrededor de la mesa encontramos las sillas de comensales y dos sillas de brazos en las cabeceras, las cuales también son conocidas como fraileras. Se les ha llamado así por ser utilizadas en los conventos. A pesar de su origen italiano, se acomodaron de tal manera al ascetismo de los monarcas españoles en el siglo XVI, que fueron adoptadas como parte del mobiliario de la península. Las patas son rectas, de sección cuadrangular con superficie lisa. Las delanteras, se prolongan sobre el asiento sirviendo de ménsulas de apoyo a los brazos, las posteriores arman el respaldo, son rígidas y verticales. Van unidas entre sí por chambranas delanteras que, en este caso, no cuentan con decoración alguna. Los brazos y las ménsulas, son planos y anchos, terminados en una ligera curva con voluta simple en los primeros y estriada en las segundas. Los asientos y los respaldos son de cuero con terminado liso sin adornos, sujeto con tachuelas de latón en ambos soportes.
El conjunto de sillas y mesa que componen este comedor de seis plazas además de las sillas complementarias, armoniza en la mirada del espectador contemporáneo debido a su estilo francamente español, fechable hacia el siglo XVII. Sin embargo, estos muebles, aun siendo del mismo estilo, en realidad provienen de épocas muy diferentes. Mediante la observación directa ha sido posible determinar las diferencias entre las huellas de la herramienta utilizada para tallar la madera de nogal de la mesa y contrastarla con las del conjunto de sillas. En el primer caso, las herramientas utilizadas fueron gubias y hachuelas de forja, vestigios de aserrados y encajados de los ensambles completamente manuales. En cuanto a los fraileros se refiere, la constante es la presencia de marcas provocadas por sierras industriales, la presencia de tachuelas de producción en serie y la reciente sustitución reciente del cuero en respaldos y asientos. Esto no debería extrañarnos, debido al auge de los estilos historicistas en las últimas décadas del siglo XIX y la reproducción de objetos en estilos de siglos anteriores. Debemos comprender que la mayor parte de los muebles que provienen del pasado han llegado transformados hasta nuestros días. Son adaptados, modificados y agrupados a lo largo de su existencia con la única finalidad de continuar sirviendo a los propósitos de sus sucesivos dueños.
El mobiliario, objetos artísticos, decorativos y utilitarios del comedor en la Casa Histórica Arocena fueron traslados en el 2010 desde su anterior ubicación, una residencia de la familia en San Sebastián, País Vasco. La distribución y decoración de proveniencia fueron respetadas al máximo para mantener la coherencia de su origen y aproximarnos así de la mejor manera posible a la vida cotidiana de los coleccionistas a principios del siglo pasado.