Noventa años atrás, con el aeroplano como símbolo, Le Corbusier declaró inaugurada la era de «la mirada a vista de pájaro». Si bien el arquitecto suizo elogiaba el progreso aeronáutico de su siglo, es probable que estuviera más maravillado por la nueva mirada de Ícaro, que por las alas de Dédalo. Esta conquista de los cielos que hoy hacen posible, tanto los aeroplanos como los distintos vehículos aéreos, implica una nueva comprensión de los espacios que éstos sobrevuelan. En el caso de las fotografías de Santiago Arau (Ciudad de México, 1980) este nuevo modo de ver el paisaje natural y urbano, desde las alturas, revela también otras dimensiones políticas y sociales.
Territorios, la primera exposición individual de Arau, reúne siete años de trabajo y 33,302 km de recorrido a lo largo, ancho, alto y profundo de la República Mexicana. Con pericia documental y curiosidad artística, Santiago recompone la realidad del paisaje aéreo y terrestre. Ya sea pilotando un dron en la cima de un volcán, con cámara en mano desde un helicóptero o disparando a través de la ventana de un avión, nos descubre paisajes improbables y exuberancias naturales, a la vez que nos enfrenta a desastres ambientales, arbitrariedades urbanas y a lo despiadado de las fronteras, sin olvidar los rostros de quienes habitan esos lugares.
Las imágenes en esta exhibición sacuden, replantean la pregunta de cuál es nuestra posición en el mundo, e instan a relacionarnos con nuestros territorios desde el asombro y también desde la conservación. Territorios no es únicamente una exposición de fotografía aérea a partir de la sublimidad de la exuberancia natural o de la plasticidad del paisaje, también, y, sobre todo, es un discurso ambientalista y humanitario.