Recuerdos de la Alhambra. Arquitectura Orientalista en Torreón.

Introducción

El Museo Arocena presenta una exposición que documenta y valora el patrimonio arquitectónico en la ciudad de Torreón, bajo influencias orientalistas.

Se trata de construcciones realizadas entre 1898 y 1940. Casas particulares, espacios y hasta empresas que reflejaron en Torreón, un estilo moderno y a la vez, una profunda tradición. La muestra presenta la manera en que desde el ámbito local se interpretó un estilo histórico en sus construcciones.

Ante la destrucción del patrimonio, la exposición promueve el rescate de la memoria a través del reconocimiento de los inmuebles que, en su época, fueron sinónimo de  modernidad y estilo en la ciudad.

El Múdejar

Hacia el siglo XV, se designó como “mudéjar” a los árabes que se les permitió seguir residiendo en la Península Ibérica después de la reconquista por el cristianismo. De la mano de estas personas irrumpieron formas islámicas como la repetición ilimitada de motivos geométricos, la caligrafía o la decoración de las fachadas a modo de tapiz. No sólo los motivos islámicos, sino también las técnicas, influyeron en la arquitectura del momento: la construcción con ladrillo, o la disposición y decoración de los techos en artesonado.

Algunas de las construcciones más importantes en este estilo en España se encuentran en Teruel, Toledo y Sevilla. Pronto la estética se transmitió a muchas otras partes del mundo, incluida la Nueva España (México). A partir del siglo XVI al estilo mudéjar se le conoció también como “morisco”.

Los elementos característicos del arte mudéjar son:

El uso del ladrillo,
la cerámica y el yeso
La unión del arco ojival
y el de herradura o lobulado
Las techumbres de
alfarje y de lacería

 

Orientalismo en México

En el siglo XIX se generó una fascinación europea por el Oriente exótico, con predilección por el mundo islámico, que se conoce como “Orientalismo”. Al expresarse en la arquitectura y el diseño, en edificios, jardines y residencias mediterráneas, este fenómeno se conoció como “Estilo Morisco”.

Para finales del siglo XIX en México, se retomó el estilo. Por ejemplo, el Palacio de Correos en la ciudad de México que inició su construcción durante el porfiriato en 1902. También, bajo esas características, está el notable “Kiosco Morisco” de 1884, en el barrio de Santa María de la Ribera; o la sorprendente casa de la familia Serralde en Mixcoac, concluida su construcción en 1903.

Orientalismo en Torreón

Como una ciudad eminentemente moderna, producto del ferrocarril —ese dinámico emblema el porfiriano—, Torreón adoptó desde sus inicios urbanos hacia finales del siglo XIX, un estilo moderno. Con esos antecedentes, la ciudad sería reconocida como tal en 1907, y su arquitectura ya contaba con ejemplares que hicieron notar estilo cosmopolita.

Entre los estilos modernos, que poco a poco hicieron presencia en la nueva urbe, se construyeron fábricas, casas y hasta un edificio bajo una influencia orientalista. Se trata de variaciones, gustos y estéticas basados en modelos mudéjares. Fueron al mismo tiempo, formas eclécticas que evocaron esa rica tradición orientalista. Por supuesto no se trata de mudéjares como tal, sino de adaptación historicista.

Algunos ejemplos son:

 

Fábrica de Hilados “La Fe” (1898)

Los empresarios laguneros que formaron la hoy desaparecida, “La Fe”, reflejaron su confianza en el progreso al construir la empresa textil en un estilo cosmopolita que así mostró las aspiraciones de una clase empresarial en ascenso. El conjunto arquitectónico refirió una y otra vez en sus ventanas y puertas, el arco musulmán. Los remates en las cornisas buscaron figurar detalles del alcázar de la Alhambra en Granada (España).  “La Fe” no solamente tenía una fachada mudéjar, sino todo el conjunto de la fábrica incorporó ornamentos orientalistas, que además fueron replicados por medio del ladrillo.

 

 

Plaza de Toros (AV. Morelos y Calle Melchor Múzquiz, 1902)

La construcción de la antigua Plaza de Toros mostró una novel población dedicada al trabajo, pero también dispuesta a la diversión.  La Plaza tenía una capacidad para 6 mil personas, con todo que la población de Torreón ascendía a poco más de 13 mil habitantes. Fue construida por instancia del Carlos González Montes de Oca, uno de los agricultores laguneros más destacados. El inmueble era de ladrillo y con una arcada orientalista construida por el ingeniero José Farjas.

 

Casa Mudéjar

 

Detalle

 

“Casa Múdejar” (Calle Idelfonso Fuentes #66, 1907)

Alberto Álvarez García, médico de formación cosmopolita, optó por probar suerte en una ciudad que ya tenía fama de riqueza y fortuna: Torreón. Construyó su domicilio particular con base al mudéjar que él mismo había admirado en España. El resultado, una construcción notable que al paso de cien años, la gente nombró como la “Casa Mudéjar”.  La fachada es de ladrillo calizo, que era de mayor calidad y por lo tanto más caro que el ladrillo rojo empleado en la gran mayoría de las construcciones laguneras. Seis capiteles sostienen los arcos lobulados de cantera cuidadosamente tallada, a su alrededor, motivos orgánicos adornan discretamente tanto en interiores como en el exterior. Al fallecimiento del doctor Álvarez García, la casa fue agresivamente modificada al interior. Entre 1996 y 1998 fue donada al ayuntamiento y restaurada con intenciones de establecer un centro cultural. Sin embargo, tras la donación, una serie de problemas legales impidieron su rehabilitación, por lo que actualmente está en abandono y con daños visibles.

 

Antes

 

Ahora

 

Casa Habitación (Av. Matamoros y Calle Cepeda)

Hacia los años veinte, el furor constructivo en la ciudad continuó mezclando una serie de estilos, materiales y diseños. Así, se edificó otra casa habitación con influencia orientalista. Delicados ornamentos y arcos de herradura distinguieron la fachada de este inmueble, justo en contra esquina donde actualmente se ubica el Teatro Nazas. Tristemente, la casa fue destruida.

 

Antes
Detalle

 

El Torreón (Av. Presidente Carranza y Leona Vicario 1924)

En una esquina de la otrora avenida Iturbide, ahora Presidente Carranza, sobrevive un solitario torreón de ladrillo. En el número 499 quedó aquella torre de la Fundición No. 3, que hacia 1924, el norteamericano William Dodson Davis estableció en la ciudad. Atraído por la riqueza lagunera llegó a Torreón en 1903 y estableció su negocio. Los cuatro niveles del torreón están notablemente adornados por un elemento tan sencillo y noble como el tabique en una disposición que da como resultado una estética orientalista.

 

Casa Habitación (Av. Morelos)

En la avenida Morelos #1340 permanece la antigua residencia de Fernando Rincón García, quien entusiasmado con la obra del maestro constructor Cesáreo Lumbreras, le encargó el diseño y la construcción de su casa. A la manera de tres niveles, un barandal delimita la propiedad, a juego con las cornisas en el primer y segundo piso. Abundan los ornamentos orgánicos en rejas y sobre todo, en los remates. Lumbreras siguió la inspiración orientalista que años atrás había estudiado a profundidad por instancia de Fernando Rodríguez Rincón, dueño de la casa que posteriormente fue llamada la “Alhambra” lagunera.

 

Teatro Isauro Martínez (Av. Matamoros y Calle Galeana, 1930)

Construido en 1930, resume la segunda época de esplendor de la ciudad donde las autoridades locales se encargaron de embellecer la ciudad con paseos, esculturas, monumentos, amplias banquetas y calles iluminadas. Aunque su estilo es ecléctico, Abel Blas Cortinas agregó en su diseño un enorme arco de herradura que adorna la fachada central, a su vez coronada con vitral de motivos orgánicos. Destaca  también un conjunto de arcos lobulados —tan característicos de la arquitectura islámica—, que en la portada sirven de base al resto del edificio. 

 

Casa Zarzar (Acuña #408, 1939)

El comerciante de origen palestino, Juan Zarzar (n. Belén, 1867) llegó a Veracruz en 1907.  En Torreón abrió el comercio “El Puerto de Beirut” ubicado en la avenida Hidalgo esquina con calle Acuña. A unos metros, construyó su casa con evocación y nostalgia del mundo árabe. No escatimó en ornamentos, arcos y portales orientalistas; yeserías en las paredes y pisos de mosaico decorados. En el interior, varios muros fueron destinados a murales con temas de la antigüedad clásica, mediterránea, y paisajes desérticos característicos de los pueblos del Levante. Una de las escenas, recrea el patio de los Leones de la Alhambra granadina.

 

Edificio Urdapilleta (Calle Falcón #314 Y #316, década de 1940)

Hacia 1893, la población alrededor de la pequeña estación de ferrocarril que dio origen a la ciudad de Torreón tenía unas 2 mil personas. Para 1930, se registraron 66 mil habitantes y la ciudad comenzó a crecer en altura. Bajo tales circunstancias se construyó en los años cuarenta el Edificio Urdapilleta, diseñado por el arquitecto del mismo apellido. De exterior orientalista, el interior refleja ecos de un art déco náutico.

Destrucción de Patrimonio «La Alhambra»

En 1930, Fernando Rodríguez Rincón, un prestigioso agricultor de origen hispano, y lagunero por voluntad, construyó una de las casas mas notables en la ciudad, ubicada entre la calzada Colón y la Av. Abasolo.

En la edificación de su casa, Rodríguez Rincón vio la oportunidad de hacer una alegoría del mudéjar que tanto había admirado en su niñez y juventud.  Para la obra, contrató al maestro Cesáreo Lumbreras Sena, uno de los constructores más importantes de los inicios de la ciudad de Torreón.

Rodríguez Rincón proporcionó varios libros de arquitectura mudéjar a Lumbreras para que se basara en esos modelos. Durante varios días, el constructor estudió detalles, formas y sobre todo, el estilo. De ahí desprendió un diseño propio. Lumbreras, que si bien, no era un arquitecto de carrera, en la práctica se desempeñaba como uno. Diseñó y dibujó el modelo de la casa. Calculó las medidas y también se dio a la tarea, junto con un hojalatero, de realizar los moldes para los profusos ornamentos de la casa.

Al paso de los años, la casa ubicada en Abasolo y Colón, fue reconocida por propios y extraños como un emblema de Torreón. Había admiración y reconocimiento por la llamada popularmente “Casa Morisca” o también, “Casa Alhambra”. Este último nombre sería retomando popularmente porque en la década de 1970, se instaló ahí un restaurante con ese nombre. Al tener acceso ahora también al interior, los habitantes de la ciudad conocieron los numerosos y delicados detalles que lo adornaban: pisos de mosaico, tramas repetitivas en las paredes e incluso los techos finamente ornamentados.

Hacia finales de los años 70, se tuvo la intención de crear un instituto de cultura que estuviera ubicado en el inmueble, pero no se recabaron los recursos suficientes. Cuando esto sucedió, la casa fue adquirida por otro particular que tuvo como finalidad comprar un terreno comercial, no una casa y mucho menos un patrimonio.  El nuevo dueño decidió destruirla para levantar ahí una nueva construcción, y es así que en 1981, ante la indignación y protesta de ciudadanos, la casa fue destruida sin quedar documentos que indiquen si las autoridades intentaron evitarlo.



EMILIO HERRERA: “EN DEFENSA DE LA ALHAMBRA” (PERIÓDICO “EL SIGLO DE TORREÓN” 8 DE DICIEMBRE DE 1981)

“Pero son miles de torreonenses los angustiados que, confusos, quisieran hacer algo para salvar de la demolición el singular edificio, saber qué hacer, a quién recurrir; que sienten que ese inmueble es patrimonio de la ciudad y que, como tal, debe ser preservado para la posteridad. Es parte de nuestra prosapia, de nuestra ascendencia , de nuestro linaje, de nuestra manera de ser, de pensar, de sentir. Puede ser bonito o feo, gustar o no gustar, funcional o no, encajar en este estilo arquitectónico o en aquél o en ninguno, pero, por encima de todo, habla del carácter de nuestros hombres en la época en que fue construido, o de la Idiosincrasia de uno de los habitantes de Torreón; de su desprendimiento, de su vanidad, de su soberbia, qué sé yo, pero, algún día , un torreonense amante de su ciudad, sensible y estudioso, parado frente al edificio o visitándolo, lo encontrará cargado de historia y descubrirá muchas cosas que nosotros, cegados por la contemporaneidad somos incapaces de ver. Todo torreonense amante de su ciudad, todo Club de Servicio, toda Cámara , todo Grupo de Profesionistas, todo Sindicato, todo Partido Político, todo mundo debe oponerse a que este acto destructivo se consume!”


FAUSTINO MORALES ARREOLA: “TODO POR EL PROGRESO DE TORREÓN” (PERIÓDICO “EL SIGLO DE TORREÓN”, 4 DE ABRIL DE 1984)

 “La supuesta famosa y fetichista casa de la Calzada Colón y Abasolo… a veces vemos nuestros sueños destruidos, pero en la actualidad no se vive de sueños, sino de realidades; en relación a la casa de Calzada Colón y avenida Abasolo, conocida mejor como «La Alhambra», fue sueño de muchos el querer que se quedara como un monumento a la nada, puesto que ningún interés histórico tiene y menos un interés regional, si bien es cierto fue una casa de un estilo distinto a las casas que se construyen en la Comarca Lagunera, pero también es cierto que ninguna utilidad tenía y sí por el contrario estaba y está gravada por muchos impuestos, pagos inoperantes, luz, agua y drenaje, conservación, limpieza y otros tantos, lo que equivale a decir que en el caso se trata de un Elefante Blanco que no sirve de nada , «vaya», ni siquiera de buena suerte, pues es sabido por todo lagunero que los negocios que trata ron de producir en dicha casa siempre fueron a la quiebra. Torreón no puede detener su progreso y la casa falsamente llamada morisca y como otros la describen de simple fachaleta de utilería, no puede detener el avance que significa un edificio funcional, alumbrado y acondicionado a las necesidades propias de la ciudad.”


IDENTIDAD, CONSERVACIÓN Y MEMORIA

El historiador, o una institución cultural como un museo, no pueden evitar la destrucción del patrimonio, ya sea por la ignorancia de los  particulares, intereses comerciales que suelen arrasar con todo o la indolencia de las autoridades.

Sin embargo, sí están llamados a conservar  la memoria, incluso, a reconstruirla desde las cenizas. Con esta exposición, el Museo Arocena busca preservar la dignidad de la memoria, con la modesta esperanza de que mañana, habrá de conservarse nuestra historia e identidad.